La cantidad de plástico que utilizamos para envasar, transportar alimentos o comida ha crecido de forma vertiginosa en los últimos años. Envasamos, envolvemos y tomamos bolsas innecesariamente siempre en nombre de nuestra comodidad, y la mayoría de estos plásticos suelen ser desechables.
Sólo en cuatro años, de 2016 a 2020, se ha fabricado la mitad de todo el plástico que se ha producido en el mundo desde 1950 hasta la actualidad y el ritmo no para de crecer. Sabemos que es un material que puede tardar hasta 1000 años en descomponerse y la solución pasa por la reducción y el reciclaje, pero a la práctica el mar se ha convertido en un vertedero de plástico.
Según un informe de la ONU, se estima que cada año alrededor de 8 millones de toneladas de plástico terminan en los océanos; esto equivale a lanzar un camión lleno de plástico cada minuto. Las corrientes marítimas acumulan estos desperdicios, especialmente en cinco puntos de los océanos, formando grandes islas o superficies también conocidas como “sopas de plástico”. En 1997 se encontró la primera isla de plástico y desde entonces se han localizado 6 más. En total, actualmente, hay 7 islas de plástico en los océanos:
El problema de la existencia de estas islas de plástico es algo que preocupa cada vez más a la sociedad y a los científicos. Sólo el hecho de que estén ahí es un ejemplo flagrante de la mala gestión que se hace de los residuos que producimos.
La existencia de estas islas de plástico supone un grave problema ambiental y afecta especialmente a la vida marina, pero también nos afecta a nosotros. De la lenta descomposición de los plásticos nacen los microplásticos, que son pequeñas partículas que pueden ser consumidas por peces y otros animales, se acumulan en los tejidos y después nosotros nos las comemos. Diferentes estudios apuntan a que cada semana ingerimos 5 gramos de microplásticos, lo que equivale a comer una tarjeta de crédito semanal.
Gran parte de los productos plásticos del océano proceden de actividades como la pesca, la navegación o el turismo. Sin embargo, no hay que olvidar las fuentes terrestres como la industria, agricultura, ganadería o la mala gestión de residuos.
Posibles soluciones en las islas de plástico
Evidentemente, las políticas de gestión de residuos son parte de la solución. Por un lado son los gobiernos los que pueden implementar normas y leyes que regulen esta gestión, prohíban los plásticos de un solo uso, subvencionen nuevas investigaciones… Por otra parte, las empresas privadas y particulares debemos tomar conciencia del impacto que tiene cada gesto que hacemos y cómo podemos favorecer la reducción del plástico en nuestros hogares, industrias o puestos de trabajo.
Para revertir la situación, entidades y ciudadanos organizan redadas de limpieza de playas y aguas pero por desgracia no es suficiente, el mar ya está lleno de plástico. Para cambiar de rumbo deberían trabajarse diferentes variables; fomento del reciclaje, mejora de la gestión de residuos, soporte a la investigación e innovación tecnológica , etc.
Por suerte, a día de hoy se llevan a cabo muchas acciones solidarias y privadas para reducir el plástico del mar y aprovecharlo, reciclarlo y transformarlo. Por ejemplo, existen asociaciones o agrupaciones de profesionales que incentivan la recogida de plásticos cuando pescan y lo ponen a disposición de empresas privadas y asociaciones que lo reciclan y producen ropa, zapatillas o material escolar. Un ejemplo de estas iniciativas diversas son Vertidos Cero , EcoMar , Limpocean , 4Ocean o Gravity Wave .
La ciencia, una aliada para la reducción de residuos
También existen algunas iniciativas innovadoras que buscan llegar a la raíz de la cuestión, como el rastreo para monitorizar la cantidad de residuos plásticos que existen en los océanos. Este tipo de acciones pueden ayudar a identificar las fuentes de residuos plásticos, llegar dónde está el problema, y desarrollar estrategias para reducirlos.
Una investigación muy prometedora es la que nace a raíz del descubrimiento de la Ideonella sakaiensis, una bacteria que es capaz de degradar el plástico PET transformándolo en materia fácilmente degradable. Gracias a ella se han creado diferentes enzimas que ayudan a realizar la misma función, comerse el plástico para detener el problema. Estos avances no sólo significan que de una botella podríamos llegar a hacer compost para abonar los campos, también podrían ayudarnos a limpiar los océanos.
Gestión de residuos: la respuesta al problema
Las islas de plástico son un ejemplo de la necesidad de actuar rápidamente. Reciclar es importante, pero es necesario reducir, en la medida de lo posible, el plástico que producimos y lanzamos, además de incentivar el uso de materiales reciclables y biodegradables.
Necesitamos medidas efectivas para reducir la cantidad de residuos que vertemos a los océanos y estas medidas deben implementarse desde los particulares hasta las entidades, empresas y gobiernos. Es vital recordar que todo el mundo puede poner su granito de arena en la reducción de la impronta ecológica de las personas.
Podemos empezar por evitar los plásticos desechables y reducir al máximo la cantidad de plásticos en nuestros hogares y lugares de trabajo. También podemos crear y participar en iniciativas para limpiar los océanos, favorecer las políticas de reducción, reutilización y reciclaje de residuos, votar a los partidos que ayuden a desarrollar legislaciones e instituciones para reducir los plásticos y proteger los océanos… ¡Tenemos mucho que hacer, pasamos a la acción!
¿Qué podemos hacer para reducir el uso de plástico y minimizar nuestra impronta ecológica?
> 15 actividades educativas para reducir el uso de plásticos
- Emplear bolsas reutilizables.
- Llevar una botella de vidrio y no una de un solo uso.
- Evitar comprar alimentos y bebidas envasadas en plásticos y optar por alternativas como el papel, el vidrio o el metal.
- Comprar productos a granel para evitar paquetes envasados individualmente.
- Utilizar recipiente de vidrio o metálicas.
- Evitar productos con microplásticos, como algunos exfoliantes faciales y corporales.