¿Qué es la justicia alimentaria?
La justicia alimentaria es un movimiento que defiende el derecho al acceso a alimentos saludables, y locales para todos, sin importar procedencia, color de piel o nivel económico. El nivel socioeconómico es un factor determinante en la accesibilidad a alimentos. En este artículo repasamos qué relación tienen estos factores con la justicia alimenticia.
Justícia Alimentaria es una asociación que desde hace más de 30 años trabaja por el cambio agroalimentario, conseguir una soberanía alimentaria global, concienciar y hacer llegar este mensaje por todo el territorio.
Durante los años 90, la alimentación pasó a formar parte del paquete de mercancías que podían comercializarse y esto tuvo graves consecuencias. Enviar y recibir alimentos de productores lejanos provoca a menudo un colapso que lleva la pesca, la ganadería y la agricultura local a la desaparición en beneficio de los intereses económicos.
El mercado internacional y la desregulación han facilitado que las grandes multinacionales de la alimentación tengan el control de la producción y distribución de alimentos. Esta situación ha provocado un cambio de dieta en los países occidentales en los que se ha pasado de una dieta basada en la producción local y fresca a una dieta de ultra procesados con productos provenientes de otros países o continentes.
¿Qué pasaría si en Cataluña nos quedamos sin leche? Pues probablemente se importaría desde otros países en los que la producción sea más económica, generalmente países empobrecidos o en vías de desarrollo. Después, los consumidores/as catalanes/as, sin saberlo, la comprarían (pagando más de lo que pagarían en el país de origen). Es un sistema perverso que sólo favorece a las grandes corporaciones.
El problema de justicia alimentaria está presente, también, en Estados Unidos, donde según informes del Departamento de Agricultura, más de 23 millones de personas viven en lo que se llama “desiertos alimentarios”; zonas donde el acceso a alimentos saludables y nutritivos es limitado. Este problema se acentúa, como en Europa, en las zonas urbanas más pobres y en puntos donde existe un mayor porcentaje de personas racializadas.
En Reino Unido también se observan problemas de justicia alimentaria; detectan una fuerte correlación entre el origen racial, el poder adquisitivo y el acceso a alimentos saludables. La organización The Food Foundation denuncia que las personas racializadas con bajos ingresos tienen menos posibilidades para acceder a alimentos saludables si los comparamos con personas que no pertenecen a este colectivo.
Justicia alimentaria en África
El continente africano tiene la mayor prevalencia de hambre en el mundo según la OMS. Asimismo, el control de la producción y la distribución de los alimentos está en manos de grandes empresas multinacionales; lo que provoca que los agricultores y productores locales tengan dificultades para prosperar.
Europa ha dado el visto bueno a unos acuerdos de pesca que avalan que embarcaciones de pesca europeas bajen hasta las costas de Senegal, Mauritania y Gambia. Estos países, que tradicionalmente siempre han vivido de la pesca local y artesanal, han visto cómo desde hace años existen grandes barcos europeos que practican pesca de arrastre y se llevan su pescado.
> Conferencia: Pesca y consumo responsable
Siete millones de personas de África Occidental dependen de la pesca como fuente de ingreso económico. La sobrepesca y malas prácticas continuadas a lo largo de décadas por parte de las flotas pesqueras industriales, así como el incumplimiento de compromisos entre los gobiernos de África occidental y con China, Corea del Sur y la Unión Europea, favorecen un 30% de la población sufra malnutrición y se hayan perdido ya 300.000 empleos en el sector pesquero (Greenpeace, 2017) .
¿Cómo acabar con los problemas de justicia alimenticia?
Una posible solución es fomentar el fortalecimiento de las comunidades locales así como el apoyo a los agricultores/as y pequeños productores/as. Esto podría incluir iniciativas para promover la agricultura ecológica y de proximidad, el apoyo a los mercados locales y la creación de cooperativas de alimentación.
Esto debe ir acompañado de educación sobre la justicia alimentaria y lo importante que es llevar una dieta saludable, equilibrada, sostenible y ética, especialmente en los países que favorecen estas desigualdades, como los países de la Unión Europea. Debemos entender y hacer saber qué comemos y de dónde viene. También es muy relevante explicar las desigualdades socioeconómicas que contribuyen al problema de la justicia alimenticia.
En conclusión, la justicia alimentaria es un problema actual, global y complejo intrínsecamente ligado al nivel socioeconómico y al país de residencia o origen. Debemos tomar medidas como sociedad, como consumidores/as y exigir el compromiso político e institucional para reducir estas injusticias y conseguir que todo el mundo, de cualquier lugar del planeta, pueda tener acceso a una alimentación saludable, sostenible y local.