¿QUÉ ES JUSTICIA ALIMENTARIA?
Justicia Alimentaria es una asociación que nace en 1987 en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona. La crearon un grupo de estudiantes y profesores que creían que era necesario trabajar por el derecho a la alimentación en diferentes países de América Latina y África.
A partir de entonces, nos fuimos transformando en una organización de lucha y de trabajo con las comunidades campesinas de diferentes países de todo el mundo , también del Estado Español. Trabajamos por la transformación del sistema alimentario, que en los últimos años se ha convertido en una amenaza para nuestras vidas y el medio ambiente. Aspiramos a un sistema alimentario que ponga en el centro el derecho a la alimentación, pero que además sea saludable, justo y sostenible.
Es por todo esto que nos dedicamos a:
1. Apoyar iniciativas agroecológicas de distintos proyectos mediante herramientas de cooperación internacional.
2. Realizar campañas para denunciar las malas prácticas de las multinacionales y de lo que entendemos que son agresiones al derecho a la alimentación.
3. Promover cambios en las políticas públicas de las diferentes zonas en las que trabajamos.”
¿QUÉ IMPORTANCIA TIENE EL ACTIVISMO?
“La importancia del activismo en sociedades como la nuestra es clave porque sabemos que, si la ciudadanía no se activa, si no está presente de forma clara, los cambios no vendrán solos.
Es más, incluso con activismo y con cientos de luchas en marcha, sabemos que es muy difícil, ya que los grandes poderes que en este momento toman decisiones en torno a la alimentación son muy influyentes. Si nosotros no hiciéramos nada, si no nos defendiéramos y nos quedáramos de brazos cruzados, no nos quedaría esperanza alguna.
Además, sabemos que cuando hemos hecho propuestas, cuando hemos trabajado, cuando nos hemos articulado, hemos logrado cambios muy importantes que antes parecían imposibles. Cambios sobre los sistemas alimentarios, sobre el cuidado del medio ambiente, sobre el derecho a la alimentación, y los derechos de los consumidores. Sin el activismo no existe democracia, y sin el activismo no hay cambios. Y no podemos esperar a que los partidos políticos sean los que nos saquen las castañas del fuego.
Cada uno de nosotros, desde nuestra posición social, tiene responsabilidad y capacidad. Es decir, si estamos trabajando, si somos padres o madres y tenemos niños en la escuela, desde el comedor escolar, desde las AMPAS, desde el vecindario… Siempre hay sitios desde los que nos podemos organizar y en los que podemos poner la alimentación en el centro y promover cambios.”
UN BREVE REPASO DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS
“Para entender lo que ha pasado o cómo ha sido la lucha alimentaria en los últimos 20 o 30 años y los logros que hemos alcanzado, hay que entender qué ha pasado en nuestro mundo alimentario y qué cambios y transformaciones hemos vivido.
Lo fundamental es que la alimentación se ha tratado como una mercancía más. Se ha especulado, ha entrado en los mercados internacionales, se ha volatilizado nuestro derecho a la alimentación y se ha puesto en peligro la supervivencia de millones de campesinos, de un modelo de vida agrario y de una producción sana y ecológica.
Pero, además, también ha cambiado nuestra dieta. Podemos decir que la alimentación se ha convertido en una gran amenaza para nosotros. Fueron los campesinos y campesinas los primeros en darse cuenta de que las grandes multinacionales y los Estados habían decidido que la alimentación fuera una comodidad más. El derecho a la alimentación ya no era importante, había quedado en un segundo plano frente al negocio que se podía hacer. Millones de campesinos se estaban arruinando y un grupo de gente reducida estaba acaparando grandes cantidades de recursos básicos para la alimentación, como la tierra, el agua y las semillas.
A partir de ahí, aparece un movimiento en los años 90 llamado Vía Campesina , creado por millones de campesinos y campesinas de todo el mundo que alzaron la voz ante este atropello. Defendieron que para cambiar el sistema alimentario es necesaria la soberanía alimentaria . Es decir, cambiarlo a través de nuestra capacidad como ciudadanos y ciudadanas de decidir quién queremos que produzca, dónde, para quién y cómo.
Necesitamos que los agricultores y la ciudadanía se apoderen y tomen posición en la gobernanza, en decidir nuestro sistema alimentario. Esto comienza con la reforma de la FAO para incluir no sólo a los estados a la hora de tomar decisiones, sino también a los agricultores, agricultoras, pastores, pescadores y a toda la pequeña producción. Y es que no debemos olvidar que el 70% de la producción mundial de alimentos está en manos de pequeños y pequeñas campesinas , no de las multinacionales. Las multinacionales no son las que nos alimentan.
A partir de ahí empieza a haber muchas propuestas, no sólo desde el punto de vista de la producción y distribución, sino también desde el punto de vista del consumo. Empezamos a articular diferentes redes para decir que no queremos terminar en manos de los grandes supermercados que están en las principales líneas de decisión de las empresas, sino que queremos recuperar el control de la alimentación. La alimentación es un derecho, por lo que hay que poner de relieve lo público en el sector de la alimentación.
Yo puedo decidir si me compro un móvil o no, pero no puedo decidir si como o no. ¿Qué ocurre con la alimentación en las escuelas? ¿Quién lo controla esto? Diferentes colectivos, en 2013, iniciamos una campaña llamada Cortocircuito para reivindicar la importancia de cambiar las políticas de compra pública hacia nosotros y hacia nuestros hijos e hijas. Las políticas públicas deben apoyar la agricultura local y no las grandes multinacionales de la restauración.”
Otras problemáticas del sistema alimentario actual
“Hay grandes empresas que están utilizando estrategias de greenwashing alimentario, haciéndonos creer que los productos que venden como ecológicos lo son, cuando realmente no es así. En nuestro país, el sistema agrario se basa, en gran parte, en grandes explotaciones de invernaderos. Un porcentaje muy elevado de los productos que se generan los exportamos a Europa. Somos el gran exportador de verduras de Europa , muchas de ellas ecológicas, pero con un enorme coste climático de emisiones porque tienen que recorrer muchos kilómetros.
Además, el actual sistema alimentario se basa también en la explotación de las personas, de las personas migrantes, sobre todo. Esto se debe a que más de la mitad de los costes de este tipo de producción asalariada, que ha sustituido a la producción de campesinos y agricultores, se basa en pagar salarios. Y cuanto más bajos sean éstos, mejor para las grandes cadenas de producción. Cuando en nuestro país ha habido colectivos de jornaleros que han reclamado sus derechos básicos, automáticamente las grandes cadenas han ido a buscar a otros colectivos de migrantes para explotarlos.
Por tanto, tenemos un sistema que puede ser ecológico en algunos casos, pero al mismo tiempo choca frontalmente con los derechos humanos básicos y los derechos laborales. Sin embargo, esto se puede cambiar y, de hecho, se debe cambiar. Hay algunas iniciativas en la Unión Europea que nos dan cierta esperanza sobre la necesidad de una transformación agraria y una transformación alimentaria. Pero es necesaria una transformación de verdad, no una estrategia gatopardista tipo ‘cambio algún detalle para que parezca que he cambiado algo’; sino que deben recuperarse los mercados locales y la alimentación pública basada en sistemas alimentarios locales . Básicamente, lo que debe recuperarse son los agricultores y las agricultoras.”
¿HACIA DONDE VAMOS?
“En los últimos años hemos tenido algunas victorias en cuanto a políticas públicas en España y también en Catalunya. Es decir, no todo son malas noticias. Hemos tenido avances y algunos muy importantes.
Lo más relevante es el cambio de conciencia en las personas , en la ciudadanía. Últimamente la gente empieza a tomarse en serio que la alimentación nos afecta a la salud y afecta al medio ambiente y, por tanto, la ciudadanía la empieza a mirar desde un punto de vista diferente al que siempre la ha mirado.
Pero también hemos realizado algunos cambios. Por ejemplo, ya tenemos muchos sitios donde empieza a haber escuelas, comunidades autónomas o ayuntamientos que apuestan por una compra pública diferente, por recuperar las cocinas, por caterings sociales y más vinculados al territorio. Hay lugares en los que se están recuperando mercados locales o mercados de alcances. También estamos cambiando las leyes fiscales: por ejemplo, tenemos un impuesto sobre el azúcar en Catalunya y también uno a nivel estatal.
Se ha abierto desde hace tiempo el debate sobre el consumo de carne, sobre cuál es el impacto del sector cárnico en la salud de las personas y del planeta… También es un asunto muy relevante el modelo de sistema productivo que tenemos.”
Conocías Justicia Alimentaria ? ¿Qué te ha parecido su labor? ¿Sabías que el trabajo de los campesinos y campesinas es tan importante para garantizar la soberanía alimentaria de los territorios?
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Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal web https://eat-life.fundesplai.org en el marco del proyecto europeo EAT:LIFE.