¿Cómo hacéis la compra? ¿Vais a un supermercado un par de veces al mes, o vais a más de una tienda (frutería, panadería, pescadería, etc.)? A pesar de todo el mundo va atropelladamente a todas partes, pero claro, lo difícil que es conciliar la vida familiar, laboral y social -por no decir ya la imposibilidad de disponer cierto tiempo para el cuidado personal-. En adición, desde la apertura de las grandes superficies comerciales y la existencia de viviendas en lugares alejados del centro urbano del municipio, provoca que cada vez más dejemos de ir a las tiendas de barrio y acabemos comprando productos que no son locales, ni de proximidad ni de calidad .
A pesar de todo el mundo tiene prisa, desde el colectivo agricultor que emplea productos fitosanitarios entre otros para aumentar la producción, pasando por los distribuidores que mientras haya negocio resultarán indiferentes el modo de transporte de los alimentos, y llegando a los consumidores, que harán la compra ahorrando tiempo y dinero.
Una de las grandes transformaciones de las que el mañana debe ser testigo es la contención de la espiral siempre creciente entre producción y consumo, que de lo contrario nos llevaría a la autodestrucción. Se debe contener “aplastándola”, para convertirla en algo lo más parecido posible a un círculo. Los viejos pilares de la economía productiva deben dejar paso a los nuevos: cultura no consumista, máxima durabilidad, máximo reciclaje.
Parece que un cambio tan radical no deba ser posible. Pero el germen de la sociedad de consumo –la producción en cadena– es de hace apenas un siglo, ya mediados del siglo XX fue necesario mucho trabajo de (des)concienciación para introducir y hacer aceptable la obsolescencia planificada¹. El cambio radical está ya hecho, pues, si bien en el otro sentido. Lo que está por ver es si sabremos hacerlo en sentido contrario.
Uno de los temores que despiertan ante esta perspectiva económica es que se perderán puestos de trabajo. Pero en un sistema productivo que quiera acercarse al máximo a ser circular habrá mucho trabajo en los talleres de reparación, en los centros de investigación para la transformación productiva, en las plantas de reciclaje (“las nuevas minas”), en empleos intensivos en mano de obra y de bajo impacto ambiental (como sanidad, educación, bienestar social, ocio, cultura)²… y en ocupaciones que ahora ni se pueden acudir.
Pero el temor en el que queremos centrarnos en este texto es el de tener que renunciar a comodidades. ¿Seremos capaces? ¿Cómo nos afectará? ¿Y las personas que todavía no han disfrutado las comodidades del mundo occidental?
¿Qué son las comodidades?
Comodidades como llegar en coche hasta la puerta de la que vamos. Otra diferente sería ir en transporte público hasta bastante cerca, moviéndonos en un entorno urbano sin congestión de coches y con menos contaminación y ruido.
Estamos tan acostumbrados a la primera que la segunda puede parecernos más bien una incomodidad. Seguramente por eso, cerca del 70% de los habitantes de Estocolmo veían mal, en 2006, la introducción de la tasa de congestión para acceder en coche al centro de la ciudad –una opinión pública influida también por los medios de comunicación contrarios a la medida. La idea era destinar la recaudación a través de la tasa a mejorar el transporte público, en bici y en pie. Después de sólo medio año de probarlo, más de la mitad de la ciudadanía ya apreciaba más la segunda opción, y desde dos años más tarde lo que habría despertado la oposición del 70% de la población habría sido retirar la medida.
La noción de «comodidad» es muy voluble. Muchas cosas son como son porque en algún momento alguien ha decidido que fueran así, y nos son cómodas porque estamos habituados a ello⁴. En los años 40, en Los Ángeles había una telaraña de líneas de tranvías; en el 2016 había dos. Las industrias automovilística y petrolera literalmente compraron los sistemas de tranvía de una cincuentena de ciudades estadounidenses, que fueron sustituidos por líneas de autobuses. Se conoce como conspiración de la General Motors, y lo que buscaba no son comodidades, aunque con el tiempo lo puedan acabar pareciendo. El silencio, accesibilidad y capacidad del tranvía no tienen parangón.
De «restringir las comodidades» a repartir el pastel con justicia
El planeta, los recursos naturales, son limitados y todas las personas tenemos el mismo derecho. Por tanto, hay que repartirlos de manera equitativa, proporcionando acceso a todo el mundo y circunscribiendo el nivel de consumo a la sostenibilidad.⁵
Las políticas públicas con mayor potencial de eficacia son las económicas: precios, tasas, incentivos fiscales… Tocar el bolsillo nunca falla. Un ejemplo sería la tasa de congestión que ya hemos citado. Otro son las tarifas progresivas en los suministros básicos: un precio asequible a todo el mundo para un nivel de consumo elemental y precios crecientes a medida que el consumo se aleja, llegando a la sanción para quienes superen un umbral de sostenibilidad.
Otra familia de políticas que será con toda probabilidad necesaria son los racionamientos. Por ejemplo, la norma que permite circular en días alternos los vehículos con matrículas pares o impares, implantada en varias grandes ciudades de todo el mundo.
Estos tipos de regulaciones se reciben de entrada con reticencias. Una de las objeciones típicas es la supuesta discriminación entre rentas altas y bajas a favor de las primeras, que gracias al poder adquisitivo pueden adaptar las normas a su «comodidad».
Ciertamente, el poder, a nivel individual pero también y sobre todo institucional y empresarial, da pie a tomar decisiones poniendo la comodidad o intereses propios por delante o en contra del bien común , de forma tácitamente consentida ya menudo “invisibilizada” o no señalada. Pero son justamente los racionamientos y las políticas por la equidad en general las que castigan estos comportamientos de forma transparente y democrática, y en algunos casos, además, traspasando medios económicos de la esfera privada hacia la pública de forma justa y en beneficio de todo el mundo.
Otra objeción muy recurrente es que se restringen derechos y libertades individuales. Puntos importantes del argumentario que se enfrenta a esta idea serían:
- La “libertad individual absoluta” no existe , ni es deseable en ninguna sociedad. Todos queremos que haya semáforos; la ausencia de un código de circulación es una pesadilla.
- De la línea ideológica liberal podemos tomar prestado el Principio del Perjuicio : “Todo el mundo tiene derecho a hacer lo que quiera, siempre que no perjudique a otras personas.”
- La libertad individual no puede comprometer el bienestar colectivo. La libertad de utilizar el coche, que no es un derecho, debe restringirse si compromete a otros el derecho de desplazarse y de vivir en un entorno saludable, que sí que son derechos universales.
- Un marco normativo integral y coherente, que se perciba como justo y efectivo, modifica los soportes, aceptabilidades y simpatías hacia las políticas públicas; el caso de Estocolmo es un ejemplo. Las obligaciones o prohibiciones (es decir, la restricción de libertades individuales) que se fundamentan en el civismo de respetar derechos individuales y colectivos pasan del rechazo o el desprecio al aplauso en cuanto se introducen. ¿Cuáles eran los comentarios más habituales sobre fumar dentro de recintos públicos la víspera y el día siguiente de prohibirse?
Cada persona se sitúa en un punto u otro de la línea que une a los extremos “egoísmo” y “solidaridad” según sus sensibilidades, y los posicionamientos varían en función del ambiente social y político de cada momento. Sin embargo, en la mayoría de casos lo que se esgrime en voz alta es la supremacía del bien común y de los derechos universales.
Tres esferas de cambio necesarias
Las regulaciones por la sostenibilidad y la equidad deben ser concebidas y puestas en práctica por los poderes legislativo y ejecutivo . Sin embargo, a menudo estos poderes políticos están dominados por los poderes económicos , que en la lógica capitalista hacen prevalecer el interés propio. Es por eso que hasta ahora no bastantes veces se han puesto sobre la mesa las preguntas importantes, y menos veces se les han dado respuestas. El reciente caso de la conferencia COP25 en Madrid es una muestra muy cruda.
Ante la inoperancia de la esfera de las estructuras de poder , son necesarias:
- Una regeneración democrática , poniendo el énfasis en la transparencia sobre todo lo público y en el ajuste de las estructuras de los estados al papel para el que fueron concebidas.
- Una sociedad civil organizada que aglutine el sentir de la ciudadanía y exija a la esfera política tanto esa regeneración como políticas por la sostenibilidad y la equidad. Y que lo exija con determinación desde la dignidad y la ética. ¿Cómo se atreve?
- Una ciudadanía que ponga en práctica comportamientos coherentes con una conciliación entre los derechos individuales, los colectivos y la sostenibilidad , y que al mismo tiempo alimenten su satisfacción como personas. Proporcionará así un banco de pruebas para las nuevas prácticas, cara a validarlas y perfeccionarlas, y un ejemplo para ser seguido. El poder transformador de esta esfera individual no es menor: desde la psicología social se nos dice que los cambios se extienden más por imitación que por concienciación, y que experimentando con nuevas prácticas se activan procesos que ayudan a cambiar el contexto , lo que a su vez ayuda a cambiar la práctica aún más, creándose así un círculo virtuoso en positivo
La acción en las tres esferas es importante, necesaria y poderosa, y la suma aún más .
NOTAS
¹ Véase por ejemplo el artículo “Cuanto menos dure, mejor. Cuando la absurdidad parece tener sentido”, publicado en la revista Opcions n. 24 (invierno 2007-08).
² El economista ecológico Tim Jackson llama “economía Cenicienta” en el libro Prosperidad sin crecimiento (Icaria, 2012), en el que propone fundamentos para la economía del mañana.
ᵌ David Meyer: “Congestion pricing era un popular en Stockholm —until people saw it in action ”[Posar un preu a la congestió del traffic va ser poc acceptat en Estocolm… fins que la gent va veure els resultats de la mesura] , en StreetsBlogNYC (28 November, 2017). El último dato sobre aceptación de la medida que hemos podido consultar es de 2014.
⁴ Se puede consultar una reflexión completa sobre cambios de hábitos en el artículo “Cambiar comportamientos: entre la pereza y la seducción”, publicado en la revista Opcions n. 34 (verano 2010) y disponible en Opciones n. 34 (verano 2010).
⁵ Forma parte del concepto “espacio vital sostenible” desarrollado por el economista Enric Tello. Se puede conocer por ejemplo en su artículo El agua: ¿un derecho o un servicio? , en la revista Medio Ambiente, tecnología y cultura n. 36 (octubre 2005).
AUTORA
Montse Peirón es Doctora en Informática, investigadora en consumo consciente y miembro de la redacción de la revista ‘Opcions’, que fundó y dirigió hasta 2015. Combina este trabajo con la docencia en materiales de Ingeniería Informática de la Universidad Abierta de Cataluña.
Texto basado en varios textos publicados en la revista Opcions , algunos de Álvaro Porro, y una entrevista con Olga Margalef.
Este artículo incluye ediciones de Anna Garcia Tortosa (Fundesplai)